¿Tiene la empresa obligación de formar a sus profesionales?

¿Tiene la empresa obligación de formar a sus profesionales?

Estamos viviendo en una época en continuo cambio y cuando llegamos a comprender lo que ha pasado, o está pasando, ya estamos comenzando otra nueva etapa. Sin duda, la formación es uno de los pilares en el que las empresas deben apoyarse para aprovechar todas las oportunidades que ofrecen sus empleados. En este entorno de continua transformación, la formación de los profesionales no es una obligación para las empresas, sino una verdadera necesidad si quieren mantener su competitividad y diferenciación.

Estar atento y alerta a los posibles cambios, proporcionando y adquiriendo nuevos conocimientos, permite a las empresas estar mejor preparadas para un futuro cada vez más presente. Del mismo modo que las personas tendemos a estar mejor preparadas para alcanzar nuevas metas, a las organizaciones empresariales les va en ello su sostenibilidad, independientemente del mercado y sector en el que operen.

Hoy todos los mercados son altamente competitivos, habiéndose multiplicado el número de competidores, y las fronteras no representan ya ninguna barrera. Las empresas tienen que recurrir, más aún si cabe, a la formación continua de sus profesionales como una herramienta fundamental para poder superar los retos y para ser capaces de aportar nuevas soluciones. Adquirir conocimientos, a través de la formación, es clave, esencial y una necesidad para empleados y organizaciones.

Las empresas, independientemente de su tamaño, están cada vez más concienciadas de integrar la formación en sus planes estratégicos y en la propia organización, como uno de sus pilares de actuación a la que cada vez destinan más recursos.

El objetivo es poder dar respuesta a los nuevos retos que continuamente se presentan por lo que es fundamental que los profesionales estén bien formados, presten el mejor servicio y puedan anticiparse y diferenciarse respecto a sus competidores.

La formación, además de mejorar las capacidades de los profesionales, representa un elemento de satisfacción personal y motivador. El continuo reciclaje evita la sensación de estancamiento profesional convirtiéndose en una herramienta de estímulo en todos los niveles de las organizaciones.

No obstante, la formación continua en las empresas presenta también sus propios retos: es una inversión a medio y largo plazo que no ofrece resultados inmediatos. Adicionalmente, cualquier plan de formación por más ambicioso y exigente que sea no puede desarrollarse de forma positiva si el profesional al que va dirigido no muestra la actitud adecuada para aprovecharlo.

Por ello, para conseguir que los programas formativos sean eficaces, es clave que los mismos se articulen en colaboración y con la opinión de los profesionales a los que van dirigidos. La percepción y la necesidad de la mejora de las capacidades profesionales no debe ser en ningún caso unidireccional: la empresa no los debe imponer sin tener claro si los profesionales están dispuestos a colaborar para que sean eficientes y eficaces.