26 Ene ¿Cómo y cuándo formar a los trabajadores?
La realidad económica y empresarial es muy cambiante
Por lo tanto, es imprescindible que todas las personas que componen una empresa tengan la formación adecuada para hacer frente a todos los cambios que se producen en el entorno. Toda persona tiene que entender que el proceso de aprendizaje no acaba nunca, sino que es continuo e indispensable durante toda la vida laboral.
¿Cuándo formar a los trabajadores?
Hay diferentes momentos clave en los cuales la empresa y el propio trabajador tienen casi la obligación de entender que tienen que mejorar su formación:
Novedades de procedimiento dentro de la empresa: cuando hay un cambio en la forma de funcionar o de los procedimientos y registros internos, cada trabajador tiene que saber y entender los cambios y cómo le afectan a su trabajo. Solamente si todos los miembros de una empresa comprenden perfectamente los diferentes procedimientos habrá un máximo aprovechamiento del tiempo, recursos y espacio. La colaboración y coordinación entre departamentos es clave para minimizar costes y maximizar conocimiento.
Nuevas normativas: si se aprueba algún tipo de norma o legislación que afecta directamente a algún departamento de la empresa, las personas que forman parte de esta área la tienen que conocer. Los ejemplos más clásicos son normativas referentes a ámbitos como la contabilidad, la fiscalidad o el medio ambiente. Incumplir alguna de ellas puede suponer un alto coste para la empresa, mucho menor que la inversión a realizar en formación.
Aparición de alguna innovación: si se conocen, por ejemplo, nuevas máquinas o innovaciones tecnológicas que permiten realizar el mismo trabajo mejor o con menor tiempo, el encargado tiene que formarse para poder utilizar esta mejora.
Si el trabajador lo pide porque cree que le puede servir para realizar mejor su trabajo en el día a día: este es un punto controvertido. Hay empresas que son reacias a formar porque no quieren asumir un determinado coste y que después el trabajador se vaya con los conocimientos financiados por la compañía a otro lugar. Este miedo no lleva a ningún lugar por diferentes motivos:
La empresa también será beneficiaria, al menos en un primer momento, de los nuevos conocimientos del trabajador: a medida que el trabajador se forma, ya va incorporando las mejoras a su trabajo, por lo que puede haber una rentabilidad inmediata de la inversión en formación.
El trabajador valora que la empresa le forme, por lo que se fideliza y está más motivado: en un contexto en el cual hay una cierta despersonalización del trabajador, que una empresa invierta en formar a las personas que trabajan en ella es muy tenido en cuenta. Además, dota al trabajador de más tranquilidad, ya que, piensa, una empresa no forma a alguien si no tienen un plan para él a medio y largo plazo. Por lo tanto, trabajará con más seguridad y desempeñará mejor sus tareas.
Da conocimiento a la propia empresa, que también puede utilizar los conocimientos del trabajador formado para otros que ya están en la empresa o que se contraten en un futuro. Las mejoras en el sistema perviven, independientemente de la persona que se encargue de ellos.
¿Qué tipo de formación es necesaria?
Hoy en día hay un amplio abanico de formación. Hay cursos y programas de todo tipo impartidos por profesionales de calidad. La empresa tiene que conocer qué es lo que necesitan sus trabajadores y, a partir de aquí, encontrar el curso más adecuado. Hay diferentes tipos de formación:
Presencial: especialmente recomendable para aquellos trabajadores que se vean obligados a hacer tareas mecánicas con las manos y que sea imprescindible tener delante una persona que explique in situ el procedimiento. Por ejemplo, si se desarrolla una nueva máquina para mejorar un proceso, no tiene sentido hacer el curso a distancia. Lo recomendable es que venga un especialista y explique, paso a paso, todas las aplicaciones que tiene.
Semipresencial: son cursos que combinan una parte teórica y otra práctica. Especialmente recomendable en aquellas innovaciones que son aplicaciones a la práctica de una vertiente conceptual. Por otro lado, también puede ser una formación a distancia en la cual unos días muy concretos se escoge un especialista para que resuelva en persona y de forma presencial las dudas de los trabajadores.
A distancia: en este caso, dirigido sobre todo a personas que tengan que estudiar nuevas normativas desde un punto de vista conceptual (como temas legislativos, fiscales o contables). Cada persona, de forma autónoma, puede organizar su tiempo de la forma que considere más adecuada. Es importante que haya ni que sea un tutorial a distancia a quien poder hacer todas las preguntas que surjan. Acostumbran a ser temas complejos y muchas veces asolan dudas.
La ayuda de la Fundación Tripartita
Hay un recurso muy interesante para las empresas que, por desgracia, no todas utilizan. Se trata de la formación bonificada, gestionada por la Fundación Tripartita. Esta fundación es la encargada de impulsar y coordinar la ejecución de las políticas públicas en materia de Formación Profesional en el ámbito del empleo y las relaciones laborales:
Funciona de la siguiente manera:
Cada empresa, según las cotizaciones a la Seguridad Social que hace de sus trabajadores, dispone de más o menos "créditos". Cada curso tiene un determinado número de créditos. Por lo tanto, a más créditos, más cursos se pueden contratar o más extensos y de más horas pueden ser.
Independientemente que en años anteriores se hayan gastado los créditos o no, no se acumulan por el siguiente. Es decir, es recomendable que la empresa, cada año, agote todo su crédito disponible.
Los trabajadores tienen que realizar los cursos. Hay empresas especializadas en ofrecer los cursos, normalmente con tutores especializados en cada tema, que se encargan de realizar el seguimiento. En caso que no se complemente el curso, no hay bonificación.
Una vez realizado el curso, la empresa presenta la factura del curso disponible y se bonifica. Por lo tanto, se trata, a la práctica, de formación gratuita.